6 de febrero de 2021

Poetas (algo menos) anónimos

Estreno el año en el blog y vuelvo con un poquito más de autobombo. Tenía pendiente el resumen la segunda mitad del Pamplona Poetry Slam del año pasado, que sé que estabáis esperando como agua de Mayo. En realidad sé que os da igual, pero me gusta vivir en mi universo paralelo. 

Lo habíamos dejado con un puesto de finalista en la tercera cita y sobre todo con mejores sensaciones. El miedo escénico ya se había desvanecido y volvía a enfrentarme a los escenarios con esa mezcla de ganas, algo de nervios y un poquito de ilusión. Me gusta el reto de intentar superarme y presentar algo distinto, así que a la cuarta cita fui a contar historias para no dormir:

Estrenabamos nuevo local, bastante más imponente, y todo el tema de la pandemia le dió un aire un tanto extraño, clínico, al evento. No pasé de ronda a pesar de que el texto me gustaba, pero el público es soberano. Intenté recitar de memoria, pero no salió del todo bien y tuve un par de bloqueos en los que tuve de tirar de chuleta.

Así que para la siguiente cita, eché toda la carne en el asador con un primer poema sobre el tiempo que tenemos y cómo muchas veces confundimos lo urgente con lo importante:


Y en la ronda final quise hacer un experimento. No estaba convencido de que fuera a funcionar, pero a la postre resultó ser el que considero mi mejor poema hasta la fecha:

 

Sin pretenderlo, llegué a la última cita con posibilidades de ganar el certamen. Vaya por delante que lo de ganar (hace ilusión, no lo negaré) es un extra pero para mi no es lo importante. Escribo porque siempre ha sido y sigue siendo una necesidad, y en este formato que he descubierto creo que todo encaja mejor si mi historia la cuenta mi guiñol.

El caso es que estaba realmente agradecido a todo lo que había pasado ese año, y en el primer texto quise homenajear a todos los organizadores, participantes y público que nos habían acompañado en esta primera edición del Pamplona Poetry Slam:

 


Quien me conoce sabe que escribo así: cogiendo una emoción que tengo dentro - y no acabo de identificar del todo - y trabajarla - a veces del tirón, otras veces en varios días o semanas - hasta que me gusta el resultado. Y en este poema quería ver hasta donde podía estirar una misma rima. 

Tuve la fortuna de pasar a la final, y como ya había soltado todo lo que sentía que tenía que haber contado, me respondí a mi mismo a esa pregunta que tantas veces me hago: "por qué escribo?"

Y por lo visto debí ser lo suficientemente convincente para llevarme el gato al agua. Y con la victoria de la jornada me llevé también el certamen. Ya digo que no es un orgullo loco por haber ganado. El formato es muy caprichoso y perfectamente Pablo Iglesias (del que os recomiendo que veais sus participaciones) podía haberse llevado el título. Pero es innegable que ganar deja un regusto a satisfacción por el trabajo bien hecho que es muy agradable. 

Aunque como decimos en mi familia, aún hay muchos peros por pulir. Muchas cosas que seguir demostrando, emociones que seguir destapando, sensaciones que transmitir. Si el público sigue dándome bola, habrá que volver a ponerse a escribir.