23 de junio de 2023

La noche de San Juan

 Mi amada Carmen Boza ha sacado tema nuevo:


 y me ha recordado que tenía yo un texto a medio pulir así que, siendo hoy el día que es, habrá que quitarle el polvo al teclado:


Quiero cambiar. Quiero renacer de mis cenizas. No recuerdo haber ardido pero aquí estoy, con la llama vital tan desvanecida que apenas se percibe entre las ascuas. 


Me consumo en silencio, la oscuridad abrazándome cada vez más fuerte, cada vez más cerca. Noto su frío hálito en mi nuca, en todo mi cuerpo y la carne se engallina allá por donde roza su caricia inerte. 


La orquesta de grillos de fondo, monótona como metrónomo perpetuo, reflejo del paso del tiempo, mi tiempo, que no era mío sino prestado, y que quizás se haya acabado porque sin haber llegado al final, ya no encuentro las fuerzas para dar el siguiente paso.


Noche estival, comienzo de verano. Los sueños que antaño me hacían soñar se vuelven ahora puñal envenenado en esta noche de San Juan, con sus hogueras, con su quemar malos recuerdos pasados.


Decido con pies descalzos arrojarme a las brasas, y el calor se convierte en dolor, pero la piel aguanta. Catársis térmica que nos permite avanzar, un pasito más. Ritual ancestral en el que comulgan fuego y mar sobre una alfombra de arena que baila al compás de las brasas crepitando. 


La noche observa, tranquila, como el sol se adueña, cada vez un poco más, del horizonte. Y estoica sabe que su momento llegará justo dentro de 6 meses, cuando el astro solar, exhausto de festejar, pierda las fuerzas y deje de nuevo paso a la oscuridad. La noche es paciente, la noche recuerda y no le importa esperar. 


Así que bailad, bailad malditos al son que nos toca el sol que se mete a las 10 en la cuna y la luna le canta una nana, mientras le ve roncar. 


Reíd, confesad vuestros secretos, desnudad el alma, y quizás también el cuerpo, porque el fuego todo lo purifica y siempre se necesita liberar los pecados que guardamos en soledad. Hacedlo antes de que os quemen por dentro.

6 de febrero de 2021

Poetas (algo menos) anónimos

Estreno el año en el blog y vuelvo con un poquito más de autobombo. Tenía pendiente el resumen la segunda mitad del Pamplona Poetry Slam del año pasado, que sé que estabáis esperando como agua de Mayo. En realidad sé que os da igual, pero me gusta vivir en mi universo paralelo. 

Lo habíamos dejado con un puesto de finalista en la tercera cita y sobre todo con mejores sensaciones. El miedo escénico ya se había desvanecido y volvía a enfrentarme a los escenarios con esa mezcla de ganas, algo de nervios y un poquito de ilusión. Me gusta el reto de intentar superarme y presentar algo distinto, así que a la cuarta cita fui a contar historias para no dormir:

Estrenabamos nuevo local, bastante más imponente, y todo el tema de la pandemia le dió un aire un tanto extraño, clínico, al evento. No pasé de ronda a pesar de que el texto me gustaba, pero el público es soberano. Intenté recitar de memoria, pero no salió del todo bien y tuve un par de bloqueos en los que tuve de tirar de chuleta.

Así que para la siguiente cita, eché toda la carne en el asador con un primer poema sobre el tiempo que tenemos y cómo muchas veces confundimos lo urgente con lo importante:


Y en la ronda final quise hacer un experimento. No estaba convencido de que fuera a funcionar, pero a la postre resultó ser el que considero mi mejor poema hasta la fecha:

 

Sin pretenderlo, llegué a la última cita con posibilidades de ganar el certamen. Vaya por delante que lo de ganar (hace ilusión, no lo negaré) es un extra pero para mi no es lo importante. Escribo porque siempre ha sido y sigue siendo una necesidad, y en este formato que he descubierto creo que todo encaja mejor si mi historia la cuenta mi guiñol.

El caso es que estaba realmente agradecido a todo lo que había pasado ese año, y en el primer texto quise homenajear a todos los organizadores, participantes y público que nos habían acompañado en esta primera edición del Pamplona Poetry Slam:

 


Quien me conoce sabe que escribo así: cogiendo una emoción que tengo dentro - y no acabo de identificar del todo - y trabajarla - a veces del tirón, otras veces en varios días o semanas - hasta que me gusta el resultado. Y en este poema quería ver hasta donde podía estirar una misma rima. 

Tuve la fortuna de pasar a la final, y como ya había soltado todo lo que sentía que tenía que haber contado, me respondí a mi mismo a esa pregunta que tantas veces me hago: "por qué escribo?"

Y por lo visto debí ser lo suficientemente convincente para llevarme el gato al agua. Y con la victoria de la jornada me llevé también el certamen. Ya digo que no es un orgullo loco por haber ganado. El formato es muy caprichoso y perfectamente Pablo Iglesias (del que os recomiendo que veais sus participaciones) podía haberse llevado el título. Pero es innegable que ganar deja un regusto a satisfacción por el trabajo bien hecho que es muy agradable. 

Aunque como decimos en mi familia, aún hay muchos peros por pulir. Muchas cosas que seguir demostrando, emociones que seguir destapando, sensaciones que transmitir. Si el público sigue dándome bola, habrá que volver a ponerse a escribir.




20 de julio de 2020

La risa que espanta el miedo

Vaya por delante que la cita no es mía, ojalá. No he encontrado el autor original, y lo más cercano es este extracto de Umberto Eco:

La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios

Saquemos a Dios y a la Iglesia de la ecuación porque ni quiero tocar ese tema hoy ni la boda en la que escuché la frase era religiosa. El caso es que es un hecho que la risa es un poderoso antídoto del miedo. Y me pareció que la frase tenía más sentido que nunca por dos razones.

Primero por la persona a la que hacía referencia, uno de esos seres de luz a los que algún dios sádico ha decido poner a prueba una vez tras otra, sin mucho sentido aparente. Esa gente que va corta de fichas en la partida de poker de la vida y les entra un 2-7. Y en vez de culpar al destino, la excusa de siempre, decide que la vida ya le ha quitado lo suficiente y que hastaaquíhemosllegado. Y juega esa baza lo mejor que se puede, y le saca y bebe todo el jugo a los limones, y disfruta hasta de lo agrio del albedo. Esa decisión de "no vas a dominarme más", tú pones las normas, mas yo juego el partido a mi manera. Seguro que con esa descripción os viene alguien a la cabeza, porque ese aura es fácil de reconocer.

Segundo porque probablemente es la época en la que más miedo he sentido a mi alrededor. Esa paranoia que ha inundado todo como una bruma invisible. Ese miedo a lo desconocido. No había escrito nada del covid porque, a pesar de existir muchísimos aspectos a comentar, no me parecía que mereciera la pena, no sentía que tuviese nada que aportar. Pero en la boda fui consciente por primera vez de cómo nos ha afectado, y probablemente nos vaya a afectar durante muchos meses o incluso años. En el supermercado no era tan raro porque es algo mecánico y poco humano, en gran parte porque soy un gañán y no compro en pequeño comercio, lo admito. En las reuniones familiares tampoco, porque salvado ese primer momento de no poder abrazarte/besarte, la confianza hace que todo se normalice rápido.

Sin embargo, son muchas, muchísimas bodas las que tengo a mis espaldas, y siempre había visto como tras un comienzo más o menos frío, al final de la boda se respiraba un ambiente que desvanecía las partes del novio y la novia, y todo se convertía en una familia más o menos cercana. Un vínculo que evidentemente se construía sobre cimientos etílicos, como tantas otras cosas a las que ayuda el lubricante social más antiguo conocido por la humanidad, pero vínculos entre extraños al fin y al cabo.

Y este fin de semana no vi eso. Vi tribus en forma de aldeas redondas de a 8 sillas, a resguardo tras muros de mascarillas. Vaya por delante que no digo que haya que saltarse a la torera las normativas sanitarias, ni mucho menos. No confundir resilencia con irresponsabilidad.

Sólo reflexiono sobre cómo algo que hemos vivido y que ha cambiado el mundo, aunque acabe siendo un fantasma dentro de uno o dos años, aunque olvidemos rápido tras la vacuna y volvamos a hacernos daño con las mismas piedras, nos ha cambiado de forma inimaginable en cosas que quizás todavía no somos capaces de identificar.

Y en esos momentos díficiles, que aterrorizan, que paralizan, donde todo es cada vez más oscuro... risas que iluminan las sombras haciendo que retrocedan son los faros que aún nos quedan y nos guían a través de la tormenta. Si eres una de esas personas y estás leyendo esto, ojalá que nada apague nunca tu risa.

17 de mayo de 2020

Poetas anónimos

Acabo de mirar y no escribía en el blog hace casi 8 meses, cómo pasa el tiempo. Pero lo cierto es que  no he dejado de lado la escritura, sino que una serie de acontecimientos me ha hecho canalizar mis mierdas de manera distinta.


Si no conocéis el Slam, bienvenidos a mi vida a finales de verano. Tras una desastrosa puesta en escena en un micro abierto, descubrí aterrorizado que por primera vez en mi vida tenía miedo escénico. No hablo de los nervios, esos nunca se van del todo, sino de verme superado por la situación. Quizás para vosotros es algo habitual, pero para mi no había sido nunca un problema. De hecho, contaba entre mis virtudes el hablar en público. Reflexionando a posteriori, me di cuenta que prácticamente nunca había leído mis textos. No tengo problema en compartirlos, este blog es la prueba, pero no acostumbro a recitarlos. Y no me había parado a pensarlo, pero no es lo mismo recitar un texto escrito por otro, que uno propio.

Así que a las pocas semanas me llegó la información de que se iba a hacer otro certamen, pero que no era poesía al uso. Era un concurso de slam. Ein? Tuve que informarme un poco para ver que básicamente es un formato de poesía en 3 minutos. Así que decidí coger el toro por los cuernos y me planté allí, a recitar un texto frankestein tomando fragmentos de un poema que escribí con 16 años. El resultado fue este:


El texto bastante flojito, pero lo peor es que no sé ni cuantas veces me trabé. Por supuesto no pasé de ronda, pero al menos no me vi tan mal como en el micro abierto. También aprendí que en este formato no era tan necesario hacer una rima constante. Es mejor, en mi opinión claro está, un texto más cercano, más llano, pero con ritmo y que suene redondo. Así que en cuanto se anunció la segunda edicion, volvimos a las andadas. Esta vez tuve tiempo y la fortuna de hilbanar un par de textos bastante más decentes.


Como veis, este poema que da título al post estuvo un poquito más a la altura del evento y conseguí pasar de ronda. Sobre todo estoy orgulloso porque me lo conseguí aprender y recitarlo de memoria, y fue la primera vez que volví a disfrutar encima de un escenario.

El segundo texto os sonará, porque es un post que escribí hace tiempo:


Y todo encajó. Porque volvió a haber una comunión entre mi yo payaso, sin miedo a contar encima de unas tablas lo que sea, con el trocito de alma que a veces escapa a mi control y usa la escritura como válvula de escape.

Así que os imaginaréis qué hice cuando se anunció la tercera edición:


Este texto me encanta porque lo disfruté escribiendo, lo disfruté ensayando y lo disfruté recitando. Es de esas contadas veces en las que todo encaja. Y desde entonces con cada texto que escribo trato de que me genere esa sensación. 

Y cierro con el que ha sido (de momento) el último que he recitado en público. Éste me gusta por la idea que transmite, que es la de este otro post del blog, y por el girito añadido. Aunque lo terminé de pulir el día anterior y no lo recité tan bien como me hubiese gustado:


Creo que ya os hacéis una idea de lo que es el slam, que me ha tenido bastante entretenido estos meses la verdad. Si os mola podéis echar un vistazo al canal de youtube en el que están todos los participantes de los eventos de Pamplona, pero también hay colgados otros eventos a nivel nacional.

Y suficiente audiovisual y autobombo por hoy. Espero que no tarde otros 8 meses en escribir el siguiente post, pero ya sabéis que voy a mi ritmo. Un saludo y un consejo: decidlo por escrito, por teléfono, en persona... pero decid siempre lo que sintáis que tenéis que decir. Que no os queme dentro.



20 de septiembre de 2019

Érase una vez el amor (III)

Bueno, ha costado pero vamos hoy con la tercera entrega de la trilogía. Poneos cómodos porque este va a ser largo.

El cerebro fue fácil y con la química me costó recopilar experiencias pero, amigo mío, el corazón es otra cosa. El corazón transciende y ponerle palabras a un sentimiento tan etéreo es complicado. Porque además es dual: el corazón incluye amor y querer, que son conceptos que entremezclamos. Siempre hablamos de amor de padre, pero un padre dice "te quiero", no "te amo". Y al revés, a la pareja en vez de "te amo", decimos habitualmente "te quiero", al menos en castellano.

Por qué es tan difícil diferenciarlos? Son lo mismo? Son opuestos? Son complementarios? La verdad es que no lo sé, pero dejemos de lado el considerar el amor como ente propio y centrémonos en el concepto global de querer. Qué canción podría servirnos de intro?

Una de las principales razones para haber tardado tanto es porque no encontraba con la canción adecuada, así que antes de ir con la definitiva vamos con las candidatas que fui descartando porque me parece importante contar cómo ha ido mutando el núcleo del post. Primero intenté aproximarme a través del punto de vista padres-hijos. Y ahí hay una canción que siempre ha sido un referente para mi:


La escuché en bucle un buen rato, y me di cuenta de que la melodía y la letra, además de tristeza, transmiten una idea: pérdida. Pero no sólo la pérdida del ser querido, si no la pérdida de oportunidades, de un futuro. En este caso acompañado del remordimiento de no haber aprovechado el tiempo que el destino les concedió, lo cual potencia aún más la emoción. Y es curioso porque esta interpretación nos acerca mucho al concepto de amor del 90% de las canciones de desamor: se acabó, me arrepiento y tengo que vivir con ello. Así que sí, hemos cogido el concepto de pérdida, pero hay que seguir buscando.

Entonces una persona me pasó el siguiente tema (sí, lo sé, BSB, pero al César lo que es del César):



Vale, hogar. La idea de que en casa como en ningún sitio. Nos vamos acercando. El hogar lo conforman las cosas que queremos, sí, me encaja. Pero... hay algo que todavía no. Si le sumamos la idea de pérdida... tiene sentido. Hogar es lo que se forma a través de la entrega, de dedicarle tiempo a las personas. También a las cosas, por eso nos sentimos tan a gusto en nuestras casas. De nuevo aparece una expresión con amor: "hacer lo que amas", generalmente referido al trabajo o a los hobbies.

Ya casi lo tenemos.... pero todavía no. Y entonces, en los créditos finales de una españolada que veo en Netflix, suena una canción de fondo así marchosa que he oído mil veces pero que nunca me había parado a escuchar: "safe and sound". La canción es romántica, de "estaré contigo hasta el día en que me muera" y no encaja, pero el concepto... (lo importante es el concepto que diría Manquiña)... no había otra canción con ese título? Y sí, por fin damos con la tecla. Pongo una versión que me gusta más que la de Taylor Swift, pero dentro intro:



Safe and sound: sano y salvo. Esa sensación de que aunque el mundo se vaya a la mierda alrededor, esta burbuja tiene sentido. Ese olor, ese calor, esa risa, ese tacto que nos hacen cerrar los ojos tranquilos, al menos por un ratito. Y la gente que consigue eso es la gente a la que queremos. Con la que bajamos las defensas, con las que nos sentimos seguros. Vale, a veces no todo es maravilloso y hay peleas, pero siempre merece la pena.

Por lo general, siempre damos, más o menos, pero todo el mundo da. La particularidad de la gente a la que quieres es que además de tu tiempo, o de cosas materiales, les das parte de tu corazón. Trocitos más grandes o más pequeños, pero entregas una parte de ti mismo. Evidentemente la otra persona también te da una parte del suyo, y todo es bonito y maravilloso. Hasta que a veces no. A veces, por alguna razón, las maneras de amar son incompatibles y YO no TE quiero como TÚ quieres/necesitas que YO TE quiera ni TÚ ME quieres como YO quiero/necesito que TÚ ME quieras. Podríamos entrar en este tema a fondo, pero creo que se entiende y el resto se lo dejo a cada cual, o a los psicólogos de cada cual. Sólo añadiré que en estos tristes casos entramos en el amor obsesivo que comentabamos en la entrega que comenzaba la trilogía. Corazón y pasión convergen pero la falta de afinidad racional... loquetusieeeeenteeeeeessellamaobsesioooooooon.

Y es una putada cuando una persona a la que le has dado parte de tu corazón desaparece de tu vida, bien porque se aleje, o bien porque desaparezca para siempre. Porque duele, joder si duele. Cuando entregas esa parte de ti es una felicidad enorme, pero cuando luego te la quitan o se la llevan duele como si te la arrancasen. Por eso no hay mayor dolor que perder a un hijo, porque no hay quien entregue más corazón que unos padres. Fusilando una frase que leí hace poco "somos de quien nos hace mejores sin cambiarnos". Y creo que esa es la clave que diferencia el querer puro del amor obsesivo. Cuando quieres lo mejor para la otra persona, sin importar si ese futuro te incluye... entonces es mierdadelabuena.

Afortunadamente el corazón es un órgano que se regenera, aunque muuuuy lentamente. Concretamente yo calculo que x0.5 de lo entregado. Por eso en las relaciones amorosas se suele decir que tiene que pasar la mitad del tiempo que has estado con alguien para volver a estar preparado para otra relación. Esto es a ojo de buen cubero, depende de cada uno y de cuanto se haya entregado al otro, por lo que no tiene por qué cumplirse a rajatabla.

Así que ya sabéis, experimentad, probad con pasiones físicas, con conexiones mentales, con amores de verano y rupturas de otoño, con polvos en baños de bares y con conversaciones mirandose a los ojos. Aprovechad de paso para aprender a quereros a vosotros mismos si no lo hacíais ya. Y entonces... entonces simplemente quedaos con quien os haga sentir en casa, sanos y salvos.






16 de julio de 2019

A veces nos desnortamos


Los elementos de navegación hay que calibrarlos periódicamente, pero muchas veces no tenemos tiempo para pasar la ITV y así nos va. Como dije en su día, el curro me está cambiando en muchas cosas. Algunas para bien, pero hay otras que están acabando con lo poco de ingenuo que todavía me quedaba. No es que me ponga la venda antes de la herida, es que disparo primero y pregunto después. Llevo tanto tiempo siendo un cordero con piel de lobo que ya se me estaba empezando a olvidar lo que había debajo. Sin embargo el destino todavía se empeña en mandarme señales y, aunque últimamente andaba con tapones en el alma, hoy desayunando junto a unos sordomudos se me ha ocurrido quitarmelos y muchas de las cosas que han pasado estos días han empezado a encajar y cobrar sentido.

Siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo: el mundo es una putada, pero es el que hay. Afortunadamente siguen quedando personas a las que aferrarse. Hay que elegir con cuidado, como en las zamburguesas de humor amarillo, pero si escoges sabiamente el mundo es todavía un lugar habitable gracias a ellas. No os rodeeis de gente que no os ayude en seguir creciendo como personas, no merece la pena. 

Y aunque no le nombro porque no le gusta, estos días entre plata y plomo he vuelto a tener ese sentimiento que hace mucho que no tenía: estar en la trinchera con las balas silbando alrededor, el barro hasta la nariz, agotado despues de tantos días en la brecha y aún así mirarle al otro y soltar una chorrada que nos haga reír a los dos. Porque todavía quedan refugios para escondernos cuando sopla la tempestad de mierda. Dicen que uno conoce hasta dónde es capaz de llegar y cómo es realmente cuando fuerza los límites, cuando te exprimen [inserte aquí su frase motivacional con el hashtag #saldetuzonadeconfort]. Yo he llegado al agotamiento físico y mental varias veces, y en esos momentos no me apetece llorar, o gritar, o abrazarme, o romper algo. Cada uno da salida a sus emociones por donde quiere, pero a mí en esos momentos me apetece reír. Y creo que el mundo es menos malo cuando eso pasa. 

Así que a todos los que me habéis hecho un poquito menos duro el corazón estos días, gracias.

1 de julio de 2019

Érase una vez el amor (II)

Parece que el anterior post ha tenido buena acogida y me alegro. Vaya por delante que quería hacer primero el corazón, pero ha aparecido antes la canción del cerebro y no sé ni cuantas veces la he escuchado ya (está de fondo en bucle). Dentro intro:



Hay gente con la que conectas a nivel mental. Así de simple. Gente con la que intercambias cuatro palabras y sabes que te vas a llevar bien. O al revés, gente que abre la boca y ves que dondenohaymatahakunamatata. Lo bonito es que no es una conexión física. La puedes tener o no tener por teléfono, por texto, en persona... simplemente hay algo en tu subconsciente que nota que hay afinidad (o no). En la carrera nos enseñaban la interfencia entre dos ondas: a veces constructiva (se suman las amplitudes potenciando la onda), a veces destructiva (se restan anulando la onda), la mayoría de las veces ni lo uno ni lo otro (distintas frecuencias que a veces suman y a veces restan).

Leía el otro día una frase que decía: "el carácter es el resultado del roce del alma con el mundo exterior". Y creo que es muy cierta y explica por qué personas con las mismas circunstacias son tan distintas, o gente con circunstancias distintas son tan parecidas. Hay caracteres que encajan y caracteres que rozan y chirrían como las uñas en la pizarra. Para los que tienen un amigo imaginario: "Dios los cría y ellos se juntan".

He de admitir que suelo caer mal de primeras porque soy un pésimo "small-talker" que dicen los ingleses. Si para el corazón voy con armadura, castillo con foso de caimanes y escudo electroplásmico, para el carácter voy a pecho (¿cabeza?) descubierto. Supongo que son muchos años de ser imbécil y de dejar de intentar agradar a los desconocidos. Evidentemente no todo el mundo vale para llevar a cabo esta filosfía y hay que saber convivir con la etiqueta de apestado social. Afortunadamente a algunos nos queda como un guante.

A nivel práctico, a los pocos segundos de conocer a alguien suelo soltar alguna gilipollez (antes eran siempre del ámbito sexual, pero he madurado y expandido mi radio de acción) y la reacción habitual del interlocutor es una cara de: "perotúerestontoocómo?". Soy plenamente consciente de que no es la mejor manera de presentarse, pero confieso que es superior a mi. Sin embargo a veces, sólo a veces, ves cómo una sonrisilla asoma en los labios de la persona que tienes enfrente y cómo le brillan los ojos intentando no reirse en una situación en la que no debería. Y entonces sabes que ahí hay comunicación, os incluís mutuamente en ACL y el puerto se pone up.

Por sí sola es una conexión que merece la pena y que suele ser duradera, porque en sí misma es pura. De la misma manera que cuatro ojos ven más que dos, dos caracteres afines surfean la vida mejor juntos que separados. Quien dice dos, dice tres o treinta porque lo bonito de este aspecto es que si un carácter es afín a otros dos, lo más probable es que los otros dos también sean afines entre sí. Me pasó una vez, hace poco más de 4 años, cuando me dijeron:

- Viene también uno que te va a caer bien
- Y eso?
- Por que es igual de tonto que tú

Desde entonces tengo un hermano del que me separaron al nacer, y eso que le llevo 8 años. Y es que cuando a una conexión mental le unes corazón, se forman amistades muy potentes y duraderas. Aunque el cabron de él no rime ni patrás, nadie es perfecto.

Y si se le suma química? Ahhhmijo, entonces da como resultado un cóctel potentísimo. A diferencia de la química sola, que da como resultado polvo pasional o paja (entiéndase paja como acto de amor individual, independientemente del sexo. Machirulismo Kampora!), cerebro más química dan como resultado una tensión sexual brutal. De esas que el onanísmo no es capaz de apaciguar, porque como decían en Martín Hache, hayquefollarselasmentes. No es el sexo físico por sí sólo, es la suma. Y al igual que el sexo con corazón es mejor que el sexo por sí solo (nos explayaremos en el 3er episodio), el sexo con cerebro es.... místico.

Por lo general cuando conoces a una persona con la que acabas saliendo, primero va lo químico y luego se le suma el cerebro, alguna veces al revés. Sin embargo y por primera vez en mi vida, este fin de semana conocí a alguien que me despertó las dos a la vez. Supongo que es lo que se conoce como amor a primera vista. Fueron 5 minutos, pero vaya 5 minutos. Conversación ácida, miraditas y una lucha de poder que parecíamos Goku y Vegeta. Admito que puede que ella no estuviese tan por la labor como yo, pero como decían en los desayunos de TVE: "evidentemente, ahí hay tema".

Vale, sí, luego resultó que tenía novio. Tetralogia de Fallot al canto y piel azul de tristeza (I am blue nananinananá), pero dentro de todo lo malo, significó una cosa buena:

I am back in the game, bitches.







25 de junio de 2019

Érase una vez el amor (I)

La conexión con otra persona se puede explicar o intentar definir de muchas maneras, pero al menos en mi caso lo englobo en 3 aspectos principales:

- El cerebro: la sintonía racional/intelectual que se desprende de una conversación. Aquí incluyo el humor porque me parece muy importante y que es una parte muy característica del ser.

- El corazón: difícil de describir pero básicamente la capacidad o sobre todo la manera de querer. Aquí se engloban el querer a la familia, a los amigos o a la pareja. El amor puro y casto vamos.

- La química: La atracción instintiva, animal. El tedabacomoacajónquenocierra, el no puedo dejar de imaginarte y no jugando al parchís precisamente.

Es como si cada ser humano fuese una pieza de un puzzle: hay piezas que no encajan, piezas que encajan y piezas que parece que encajan... pero no. Y ojo, que por supuesto no somos inmutables y cambiamos con el tiempo, lo que lo hace todavía más complejo e interesante.

Pero por hacer un conjunto de estereotipos y obligarme a escribir un poco, voy a tratar de encontrar una canción para los arquetipos más comunes y redactar un pequeño texto parcial(o total)mente autobiográfico. Dentro intro:


Sábado noche, 2 AM. La noche va bien y estás con el piloto automático, aunque vas con dos copas encima y una sonrisilla asoma en tu rostro. Estas hablando con tus amigos cuando algo en tu interior da un respingo y te pones tenso. Unos ojos, unos labios, un cuello, un escote, cada cual con sus gustos. Pero sin ninguna razón aparente más allá de lo que ves te sientes increiblemente atraído por esa persona. Y los grupos etilos hacen que tu vergüencita se quede en un rincón mientras te acercas.  Sí, es mono, o guapa, pero hay algo más. 

Tras un saludo corporal (sobran las palabras), tu piel se roza con la suya y una imagen viene a tu cabeza: no, no son un par de mecedoras en un porche con dos ancianos dándose la mano. Es más bien una escena random de 50 sombras de Grey. Es tu pulso palpitando por debajo de la cintura, es el instinto animal rugiendo por encima de tu cerebro.Y entonces al mirarle a los ojos ves ese deseo reflejado y te besas, corrijo, te devoras mientras la noche, tu cuerpo y el suyo funden a negro. 

Lo químico es lo kinestésico, las feromonas a paladas, la llamada de la jungla. Si a lo químico no se le suma nada más, tenemos un onenightstand, un polvo de una noche o un aquitepilloaquítemato según el sistema de referencia empleado.

Si se le suma el cerebro, tendremos un follamigo. Pero ojo porque el follamigo es una sustancia sumamente volátil. Su enlace covalente puede variar encontrando otro átomo con mayor afinidad valenciana o aún peor: tender a un enlace iónico en lo que se conoce como proceso de aminovio o no-novia. Camila lo resume en: "dices que sólo somos amigos, pero los amigos no saben a que sabe la piel del otro"

Si se le suma el corazón, tendremos una relación romántica. Pero ojo que la falta de conexión racional suele derivar en amores obsesivos.


He de admitir que para mi éste es el más desconocido de los 3 aspectos. Ya he dicho mil veces que soy demasiado racional, pero siempre he pensado que mi cuerpo es más sabio que yo. Por eso cuando me preguntan por mi sexualidad, no queda sino recordar que no hay que ponerle puertas a la pasión. Citando a los grandes filósofos empirístas:

"Si me la pone tiesa, me lo follo"


21 de abril de 2019

Blanco sobre azul

Supongo que habría momentos previos pero el recuerdo que tengo asociado a empezar a escribir es una ciudad de costa, no sabría decir cual, con el sonido del mar rompiendo de fondo.  Era de noche, cómo no, y supongo que cogí algún papel que estuviera a mano y empecé a escribir lo que me vino a la cabeza. Sí, seguramente sería alguna chica, y es que siempre he sabido que escribo para sacar cosas que tengo dentro que no sé sacar de otra manera. Seguramente el papel acabó lleno de tachones y borrones, como mi mente por aquella adolescente época.

Lo cierto es que he de admitir que sigo igual. No con la mente emborronada (todo tiene su momento), sino sin tener una libretita en condiciones para escribir, como sí tiene mi hermano irreflexivo de otra madre. También me sigue inspirando el mar. Algo tendrá esa inmensidad insondable, esa sonora calma, ese baile caprichoso y ordenado a la vez. Quizás la analogía con la vida que lleva implícita, quizás que sigue siendo de las pocas cosas que la humanidad no ha sido capaz de sobrepoblar (todavía) o en las que, al menos visualmente, el impacto de nuestra especie de monos evolucionados es menos patente.

Lo curioso es que nunca me lo había planteado, pero probablemente mi inspiración marítima tenga mucho que ver con un rasgo de mi escritura y es que trato que sea rítmica. Bueno, no es que sea una intención, sino que cuando escribo se activa un metrónomo en mi cabeza y las letras fluyen bailando a ese son. Ojo, que muchas veces los textos resultantes son basura, pero basura rítmica quécarallo.

Y era inevitable que por aquellos tiempos y con el runrun marino machacón, no surgiera un idilio hormonado con el rap. Aunque el tiempo ha apagado la llama, siguen estando las brasas que de vez en cuando alimenta algún viento huracanado con olor a perfume de mujer, y vuelvo a comulgar con el beat. Porque a otros les conmueve una voz angelical en una octava imposible, un clavicordio en re menor o la saeta a un cristo. Pero a mi, un alma atormentada escupiendo por la boca lo que no sabe expresar mejor de otra manera, me toca la fibra.

Porque como decía Nach, la música es el idioma de los dioses. Pero ya que tuvieron a bien ponernos por aquí, qué menos que hacerles los coros cuando hablan.

5 de febrero de 2019

Broken strings

"Cuando acabas de romper algunos caminos con alguien, deben evitarse ciertos lugares, incluso ciertas horas del día. La ciudad se convierte en un campo de batalla desierto, lleno de minas emocionales. Tienes que tener mucho cuidado donde pones los pies, si no quieres deshacerte."

Carry Bradshaw

Hoy te he visto. Hacía semanas que no sabía de ti porque, aunque no intentaba evitarte, no solemos frecuentar los mismos sitios. Pero al aparcar he visto tu coche, y me he temido lo peor. Yo sabía que ibas a estar ahí, pero yo no debía estar. El destino quiso que ayer no se pudiera jugar por la dichosa nevada, y se tenía que jugar hoy. Precisamente hoy. Ahí. A esa hora.

La verdad es que tú no tienes la culpa, pero verte me escuece el alma. Por lo que fue, pero sobre todo por lo que pudo haber sido. Porque me pusiste un futuro en las manos, como una bola de cristal de los días venideros, y yo me ilusioné viendo el contenido, lleno de brillibrilli. Pero la bola se resquebrajó y todo se desvaneció de pronto, deslizándose como arena entre los dedos. Y yo aún estoy mirandome las manos como un idiota.

Cuesta mucho seguir adelante cuando la vida te venda los ojos, hace que des 10 vueltas a un palo y luego te dice: tirapadelante. Ningún viento es favorable para quien no tiene rumbo. El problema es que tampoco puedo volver a Ítaca. La engulló el mar en un intento de salvarnos antes de que nos ahogasemos los dos. Ahora sólo queda esperar con la mar en calma, sin tapones en los oídos porque ni siquiera quedan sirenas; solo queda el vacío, la nada.

Paradójicamente la última vez que pasé por esto todo fue más fácil. El peso del mundo me aplastaba entre cuatro paredes, tenía los ojos rojos y un nudo en la garganta. Pero había una razón para ello. Encontré otro cometa en el cielo y juntos ardimos atravesando la atmósfera, iluminándolo todo en un camino hacia la desintegración mutua. Fue doloroso pero bonito de veras, dos adolescentes que no fueron capaces de controlar su fuego interior.

Esta vez, en cambio, todo es menos llamativo, menos dramático, más silencioso. Pero las brasas de una frustración que aún no supero me siguen consumiendo lentamente por dentro. Y duele. Joder que si duele.