5 de febrero de 2019

Broken strings

"Cuando acabas de romper algunos caminos con alguien, deben evitarse ciertos lugares, incluso ciertas horas del día. La ciudad se convierte en un campo de batalla desierto, lleno de minas emocionales. Tienes que tener mucho cuidado donde pones los pies, si no quieres deshacerte."

Carry Bradshaw

Hoy te he visto. Hacía semanas que no sabía de ti porque, aunque no intentaba evitarte, no solemos frecuentar los mismos sitios. Pero al aparcar he visto tu coche, y me he temido lo peor. Yo sabía que ibas a estar ahí, pero yo no debía estar. El destino quiso que ayer no se pudiera jugar por la dichosa nevada, y se tenía que jugar hoy. Precisamente hoy. Ahí. A esa hora.

La verdad es que tú no tienes la culpa, pero verte me escuece el alma. Por lo que fue, pero sobre todo por lo que pudo haber sido. Porque me pusiste un futuro en las manos, como una bola de cristal de los días venideros, y yo me ilusioné viendo el contenido, lleno de brillibrilli. Pero la bola se resquebrajó y todo se desvaneció de pronto, deslizándose como arena entre los dedos. Y yo aún estoy mirandome las manos como un idiota.

Cuesta mucho seguir adelante cuando la vida te venda los ojos, hace que des 10 vueltas a un palo y luego te dice: tirapadelante. Ningún viento es favorable para quien no tiene rumbo. El problema es que tampoco puedo volver a Ítaca. La engulló el mar en un intento de salvarnos antes de que nos ahogasemos los dos. Ahora sólo queda esperar con la mar en calma, sin tapones en los oídos porque ni siquiera quedan sirenas; solo queda el vacío, la nada.

Paradójicamente la última vez que pasé por esto todo fue más fácil. El peso del mundo me aplastaba entre cuatro paredes, tenía los ojos rojos y un nudo en la garganta. Pero había una razón para ello. Encontré otro cometa en el cielo y juntos ardimos atravesando la atmósfera, iluminándolo todo en un camino hacia la desintegración mutua. Fue doloroso pero bonito de veras, dos adolescentes que no fueron capaces de controlar su fuego interior.

Esta vez, en cambio, todo es menos llamativo, menos dramático, más silencioso. Pero las brasas de una frustración que aún no supero me siguen consumiendo lentamente por dentro. Y duele. Joder que si duele.