23 de junio de 2023

La noche de San Juan

 Mi amada Carmen Boza ha sacado tema nuevo:


 y me ha recordado que tenía yo un texto a medio pulir así que, siendo hoy el día que es, habrá que quitarle el polvo al teclado:


Quiero cambiar. Quiero renacer de mis cenizas. No recuerdo haber ardido pero aquí estoy, con la llama vital tan desvanecida que apenas se percibe entre las ascuas. 


Me consumo en silencio, la oscuridad abrazándome cada vez más fuerte, cada vez más cerca. Noto su frío hálito en mi nuca, en todo mi cuerpo y la carne se engallina allá por donde roza su caricia inerte. 


La orquesta de grillos de fondo, monótona como metrónomo perpetuo, reflejo del paso del tiempo, mi tiempo, que no era mío sino prestado, y que quizás se haya acabado porque sin haber llegado al final, ya no encuentro las fuerzas para dar el siguiente paso.


Noche estival, comienzo de verano. Los sueños que antaño me hacían soñar se vuelven ahora puñal envenenado en esta noche de San Juan, con sus hogueras, con su quemar malos recuerdos pasados.


Decido con pies descalzos arrojarme a las brasas, y el calor se convierte en dolor, pero la piel aguanta. Catársis térmica que nos permite avanzar, un pasito más. Ritual ancestral en el que comulgan fuego y mar sobre una alfombra de arena que baila al compás de las brasas crepitando. 


La noche observa, tranquila, como el sol se adueña, cada vez un poco más, del horizonte. Y estoica sabe que su momento llegará justo dentro de 6 meses, cuando el astro solar, exhausto de festejar, pierda las fuerzas y deje de nuevo paso a la oscuridad. La noche es paciente, la noche recuerda y no le importa esperar. 


Así que bailad, bailad malditos al son que nos toca el sol que se mete a las 10 en la cuna y la luna le canta una nana, mientras le ve roncar. 


Reíd, confesad vuestros secretos, desnudad el alma, y quizás también el cuerpo, porque el fuego todo lo purifica y siempre se necesita liberar los pecados que guardamos en soledad. Hacedlo antes de que os quemen por dentro.