2 de noviembre de 2018

Cuando me faltes

Te irás. Te irás en silencio, a escondidas.
Huirás como un delincuente escapa
de la escena de un crimen suicida

Te llevarás contigo a la mujer de bandera,
la que me miraba por dentro del alma,
y hacía perfecta una tarde cualquiera

Te irás. Te irás corriendo, te irás deprisa.
Contigo se irá la niña, con su voz cariñosa,
esos ojos brillantes y una mágica sonrisa

Se irá también, gracias al cielo, la loca,
que volviéndome loco, sin poder predecirla,
me hacía sentir vivo con cada beso en la boca
 
Te irás. Te irás sin razones ni explicaciones.
Sin hacerle entender a mi cerebro racional,
todo lo irracional que tienen las emociones

Dejarás atrás dos años de sueños e ilusiones,
de una fantasía que pudo ser toda una vida,
pero acabó dejando a medias dos corazones

14 de septiembre de 2018

De mudanza

Veo cómo sacas tus últimas prendas de ropa del armario, mientras las metes en la enésima caja de cartón. Observo absorto, incapaz de hacer nada ante la dolorosa metáfora de lo que estás haciendo dentro de mí, dejándome tan vacío por dentro como ese armario que nunca fue suficiente para ti. Jamás pensé que tendría algo en común con un armario de dormitorio.

- Creo que ya está todo - dices mientras sueltas un suspiro de trabajo bien hecho

+ Vale - Es todo lo que alcanzo a decir

Miro cómo tus curvas describen una recta perfecta mientras atravisesas el pasillo, por última vez. Me encantaría que el pasillo fuese eterno y no acabase nunca.

- Quieres quedarte el ... - dices señalando algún objeto y diciendo un nombre que no llegará a mi consciente

Quiero que te quedes TÚ!, grito en mi mente tan fuerte que me duele la cabeza por no poder decirlo en alto

+ No, tranquila, llévatelo - como te llevas todo lo demás que hacia merecer la pena vivir en esta casa - ya compraré otro. Como si todo en la vida se pudiese reemplazar. Como si fuese a encontrar a otra chica como tú en una estantería de supermercado.

- Pues creo que ya está todo - dices mientras rehúyes mi mirada, con un deje de nerviosismo en tu voz y con ganas de que esto acabe cuanto antes

+ Quieres que te ayude a meterlo en el coche? - consigo decir mientras se me hace un nudo en la garganta y una presión que no sé de donde sale me oprime por dentro haciendo difícil hasta respirar

- No, tranquilo, puedo yo sola - Lo sé, no me necesitas y puedes vivir sin mí. Ya había captado el mensaje

Nos quedamos mirando a los ojos, ahora sí, mientras una caja de cartón, 20 centímetros y un abismo insalvable se interpone entre tú y yo. Como si con tu mente bloqueases mis brazos y mis intenciones de abrazarte, pero por si acaso montas una barricada.

- Bueno... adiós - y 180 grados tuyos son suficientes para que mi corazón dé un triple tirabuzón invertido

+ Adiós - conseguiré decir un minuto más tarde, cuando el hechizo de verte marcharte se rompa por fin y consiga articular una palabra. Aunque ya estés a 200 metros, aunque ya tenga que imaginarte en lugar de verte. Y apoyado en la puerta con la mirada de los mil metros, un autómata ocupará el lugar de mi cerebro, porque ya no tendré fuerzas para seguir adelante. Contemplaré cómo el robot cerrará la puerta e irá a una habitación imaginaria para coger la coraza.

Y de nuevo se la pondrá, y la volverá a apretar. Tan pesada como siempre, pero un poco más prieta esta vez, tan tensa que note cómo el corazón casi no puede latir, para que duela un poco menos, si es que eso es posible. Y me sentiré extrañamente en casa, con una vocecilla diciéndome al oído: "te lo dije, no te la tenías que haber quitado".

Y yo solo podré esbozar mi vieja sonrisa de lobo de mar y, mientras el agua salada vuelve a azotar mi rostro, solo podré responder: "y cómo no me la iba a quitar".

10 de febrero de 2018

Esta puede ser la última entrada del blog

A veces, el ser humano es capaz de experimentar una sensación de paz, de quietud, de tranquilidad extrema justo al darse cuenta de que va a dejar de existir. No me refiero al instante en el que te apuntan con una pistola, ahí experimentas canguelo, adrenalina y poco más. Me refiero al hecho de que el ser humano es el único animal consciente de su propia muerte, o eso dicen.

Yo lo asocio a ser un habitante de Hiroshima viendo el pepino caer del cielo, y decir, hastaluegoMariCarmen. Aquí se acaba lo bueno, fue bonito mientras duró. Y mientras el resto del mundo gira alocadamente, corriendo de aquí para allá, gritando como posesos como si eso fuera a hacer que los megatones cambiasen de rumbo.

Últimamente tengo esa sensación cuando leo las noticias. Más que de bomba nuclear, es de máquina del tiempo. De estar entrando en cuéntame, pero en las primeras temporadas. Leo que han condenado a un chaval a pagar 480€ por poner su cara en una foto de una cofradía. "Delito contra los sentimientos religiosos", permitanme que me ría. Y ojo, que no me parece mal que exista ese delito. Que entiendo que si entro en una Iglesia y me cago en un altar y con la mierda escribo "dios ha muerto", pues igual sí que se me ha ido la mano el homenaje a Nietzsche, y me parecería bien que me multasen.

Lo que me hace gracia, es que alguien no pueda escribir un tweet, colgar una foto en FB, o escribir una entrada porque unos pielfina consideran que "les ha ofendido". Porque cada vez irán teniendo la piel más fina y cada vez se podrá decir menos. Hablaríamos de otra cosa si fueran a su cofradía y le peguen una careta al cristo, porque ahí se están metiendo en su terreno. Pero no, este señor simplemente subió una foto a Instagram. Y eso es lo que no puede ser. Si el ofendido va a buscar el problema, el problema lo tiene él. Pero claro, trata de razonar con alguien que rige su vida por una fe irracional...

El problema evidentemente está, oh!sorpresa!, en que el Estado (y digo estado porque el que se desayune a estas alturas que no hay separación de poderes y que vivimos en un estado totalitario...) lo permite. Y no es un caso aislado, lo hemos visto con Wyoming y los caídos, las injurias al rey de Pablo Hasel (¿por qué no hay delito imputable al rey por injurias a la ciudadanía? Ese sí que lo petaría), los tweets de Irene Villa a los que ella mísma no vió problema, la muerte de un hombre de Estado y de altura como Carrero Blanco, y muchos más.

Pensaba desde hace tiempo que vivía en un país de idiotas. Veo que me equivocaba, que el idiota era yo. España no está llena de idiotas, está llena de cobardes, de gente que no ha perdido el norte porque nunca lo ha tenido. Nos hemos dedicado a huir de las llamas. Y los responsables que tenían que hacernos de faro, tenían menos luces que aviones el aeropuerto de Castellón. Así que no cambiamos no por no ver las bondades del presente y del futuro, sino porque nos da miedo dejar de vivir en el pasado.

Hace poco más de 3 años unos señores que también eran de una cofradía, se dieron una vuelta por París a expresar su parecer sobre lo que se podía y lo que no se podía decir. El país entero mostró su repulsa, defendiendo sus valores. Aquí censuramos "el jueves" porque aypofavó, qué faltones.
Decían que la única salida de España era a través de los Pirineos. Va a ser que tenían razón.