25 de junio de 2019

Érase una vez el amor (I)

La conexión con otra persona se puede explicar o intentar definir de muchas maneras, pero al menos en mi caso lo englobo en 3 aspectos principales:

- El cerebro: la sintonía racional/intelectual que se desprende de una conversación. Aquí incluyo el humor porque me parece muy importante y que es una parte muy característica del ser.

- El corazón: difícil de describir pero básicamente la capacidad o sobre todo la manera de querer. Aquí se engloban el querer a la familia, a los amigos o a la pareja. El amor puro y casto vamos.

- La química: La atracción instintiva, animal. El tedabacomoacajónquenocierra, el no puedo dejar de imaginarte y no jugando al parchís precisamente.

Es como si cada ser humano fuese una pieza de un puzzle: hay piezas que no encajan, piezas que encajan y piezas que parece que encajan... pero no. Y ojo, que por supuesto no somos inmutables y cambiamos con el tiempo, lo que lo hace todavía más complejo e interesante.

Pero por hacer un conjunto de estereotipos y obligarme a escribir un poco, voy a tratar de encontrar una canción para los arquetipos más comunes y redactar un pequeño texto parcial(o total)mente autobiográfico. Dentro intro:


Sábado noche, 2 AM. La noche va bien y estás con el piloto automático, aunque vas con dos copas encima y una sonrisilla asoma en tu rostro. Estas hablando con tus amigos cuando algo en tu interior da un respingo y te pones tenso. Unos ojos, unos labios, un cuello, un escote, cada cual con sus gustos. Pero sin ninguna razón aparente más allá de lo que ves te sientes increiblemente atraído por esa persona. Y los grupos etilos hacen que tu vergüencita se quede en un rincón mientras te acercas.  Sí, es mono, o guapa, pero hay algo más. 

Tras un saludo corporal (sobran las palabras), tu piel se roza con la suya y una imagen viene a tu cabeza: no, no son un par de mecedoras en un porche con dos ancianos dándose la mano. Es más bien una escena random de 50 sombras de Grey. Es tu pulso palpitando por debajo de la cintura, es el instinto animal rugiendo por encima de tu cerebro.Y entonces al mirarle a los ojos ves ese deseo reflejado y te besas, corrijo, te devoras mientras la noche, tu cuerpo y el suyo funden a negro. 

Lo químico es lo kinestésico, las feromonas a paladas, la llamada de la jungla. Si a lo químico no se le suma nada más, tenemos un onenightstand, un polvo de una noche o un aquitepilloaquítemato según el sistema de referencia empleado.

Si se le suma el cerebro, tendremos un follamigo. Pero ojo porque el follamigo es una sustancia sumamente volátil. Su enlace covalente puede variar encontrando otro átomo con mayor afinidad valenciana o aún peor: tender a un enlace iónico en lo que se conoce como proceso de aminovio o no-novia. Camila lo resume en: "dices que sólo somos amigos, pero los amigos no saben a que sabe la piel del otro"

Si se le suma el corazón, tendremos una relación romántica. Pero ojo que la falta de conexión racional suele derivar en amores obsesivos.


He de admitir que para mi éste es el más desconocido de los 3 aspectos. Ya he dicho mil veces que soy demasiado racional, pero siempre he pensado que mi cuerpo es más sabio que yo. Por eso cuando me preguntan por mi sexualidad, no queda sino recordar que no hay que ponerle puertas a la pasión. Citando a los grandes filósofos empirístas:

"Si me la pone tiesa, me lo follo"