Hace tiempo que no escribía, pero me habéis calentado, me habéis calentado... y 38ºC de fiebre.
Vayamos por partes. El mundo es una mierda. Y punto. Dos flores silvestres en una montaña de estiércol no es el paraíso. No nos engañemos. Perravida, que suelo decir yo.
Dicho esto, evidentemente tenemos dos opciones: o saltar de un puente (o similar), o asumirlo. Cada cual lidia con lo suyo a su manera y con sus cadaunadas. En el mundo mueren y son torturadas miles de personas a diario, y nosotros somos unos putos privilegiados nos pongamos como nos pongamos. Y ante esa certeza no queda sino elevar el umbral de indigación, porque si no no podríamos ni tan siquiera a la calle con el más mínimo atisbo de dignidad.Así que asumimos ciertos axiomas que si bien son imprecisos, cuando menos, nos dejan seguir adelante.
Que nos gobierne un partido corrupto declarado es de traca, pero hemos llegado a un punto en el que aunque lo permitimos (telita), al menos nos indigna. Y nos saca de nuestras casillas con mayor o menor frecuencia. Esto último ligado por lo general al cociente intelectual, aunque todavía no haya estudios que lo confirmen.
Tenemos pues un gobierno que es el hazmerreír de Europa, al igual que lo somos los españoles. Independientemente de cuantos mundiales, roland garros o lo que sea que ganemos. Y aun así henchimos el pecho desbordando orgullo. Esa cosa que nunca sirvió para nada salvo algún que otro relato épico.
Y una vez más, oh sorpresa, la vuelve a cagar. Y la caga de una manera alarmante porque no sólo todos los que sabían algo del tema (no incluyo en este grupo a nuestra amada ministra) advertían que España carecía de instalaciones suficientes para hacerle frente al bichejo en cuestión, sino que recalcaban que faltaban recursos.
Y aquí está la clave, una vez más. Que al igual que en el Yak-42, el Metro de Valencia, Prestige, suma y sigue, no es sólo un error humano. Es la suma de un error humano y una deficiencia en el protocolo. Y una vez más, nadie alcanza a entender las razones detrás del asunto: incompentencia, psicopatía, o simplemente imbecilidad.
Le escribía un médico español en Sierra Leona a la ministra, contandole que allí la gente entrena y se prepara durante 2 semanas antes de atender a los pacientes. Y aquí los cursillos eran de 30 minutos.
Hubo un error humano? Se tocó la frente? Sinceramente, ni lo sé ni me importa. Lo único que tengo claro es que esa señora se jugó la vida por atender a un paciente, y que no tenía ni los medios adecuados, ni muchísimo menos la formación necesaria para actuar en condiciones.
Que todos nos escandalizamos cuando el consejero nos dice que la muy cenutria se tocó la cara, la muy insensata y perroflauta. Seguro que lo ha hecho para hundir al gobierno, y que ve al coletas en la sexta. Pero ninguno nos ponemos en la situación de acojono puro y duro que tiene que dar atender a un paciente de una enfermedad mortal, con un traje que no está preparado y con el que se suda porque no tiene ventilación autónoma (como, oh sorpresa de nuevo, debería tener un traje de nivel IV).
Luego leemos con asombro, que más del 90% de los trabajadores de salud infectados por ébola (que son muchísimos), se infectaron por no seguir los protocolos adecuados o por no llevar el traje adecuado. (link a la carta del médico)
Como reza el sabio refranero español: "Manolete, Manolete... si no sabes torear, pa' qué te metes..."
PD: del perro ya si eso hablamos otro día
9 de octubre de 2014
30 de mayo de 2014
Canción de fuego
Su melena dorada ondea caprichosa al viento, como en una danza infantil al ritmo de una música que sólo oye ella. La melodía de fondo le es tan familiar como respirar, y aunque en otros tiempos habría bailado como una chiquilla, ahora su porte es regio. Su recuerdo ya no le trae felicidad, sólo nostalgia.
Una voz le hace salir de su ensueño, y Danaerys se gira para ver quién la llama. Últimamente se abstrae con demasiada frecuencia. Ella lo sabe, pero no puede hacer nada por evitarlo. Es demasiado difícil permanecer en la dura realidad.
A diario sueña con su castillo, que dejó atras en su tierra natal. Las altas torres que de niña le daban miedo, ahora no cesan de aparecer en su cabeza, como si pidieran su regreso de manera silenciosa. Ella sabe que debe volver para reclamar lo que es suyo, lo que por legítimo derecho le corresponde. Pero todavía no es el momento.
Mil veces ha deseado a lo largo de esta travesía por el Gran Desierto volver a su hogar, pero su deber se lo impide. Cada día se levanta en un paraje desolador cuya paleta de colores sólo alberga el negro de las cenizas, la tierra rojiza y la luz amarillenta del sol. No sabe cuando acabará su travesía, ni cuan lejos está del otro extremo de esta tierra yerma y seca, pero sólo puede caminar.
No está sola, pero ni un khalasar de un millon de dothrakis podrían remplazar el vacío que siente por la ausencia de su Kahl Drogo. Los primeros días aun lo sentía tan cerca, que podía notar sus carícias. Pero con el paso de los días su recuerdo se desvanece, y su calor se difumina como su rostro en la memoria.
- Khaleesi, estáis bien?
- Tranquilo Ser Jorah, no me pasa nada.
Tras un gesto de preocupación, el enésimo, él se da media vuelta, y ella lo observa caminar de vuelta a su caballo. Se monta con la facilidad de un caballero, con la naturalidad de llevarlo en la sangre. Ella lo admira por su elegancia. A veces es demasiado paternalista, pero ella sabe que a veces es merecido pues se comporta como una cría. Quizás....
Sacude la cabeza como intentando ayudar a su mente a sacar esos pensamientos. En las últimas semanas le cuesta concentrarse. Nota el reveoloteo de sus dragones dentro de su cabeza, nota el aliento ardiente saliendo de sus bocas. El eterno dilema entre querer y poder, el deber y el honor heredados. El debate interno entre lo que le dijeron que tenía que ser, y lo que ella siente en sus entrañas. La lucha entre la razón y lo más profundo del corazón.
A veces le gustaría no ser así, pero es su naturaleza. Ella es una Targaryen, y aunque a muchos no les guste, heredera legítima del trono. Aunque a veces no sea ortodoxa, ni tenga la clase que se le presupone, ella es fuego, y a veces arde descontrolada. Es por eso que sus enemigos le temen, y hacen bien.
Ya no es una niña. Ya no está asustada. Tiene claro su destino y los pasos que tiene que dar para llegar allí.
Con un suave gesto, todo el grupo se pone en marcha. Todavía queda mucho por andar...
Una voz le hace salir de su ensueño, y Danaerys se gira para ver quién la llama. Últimamente se abstrae con demasiada frecuencia. Ella lo sabe, pero no puede hacer nada por evitarlo. Es demasiado difícil permanecer en la dura realidad.
A diario sueña con su castillo, que dejó atras en su tierra natal. Las altas torres que de niña le daban miedo, ahora no cesan de aparecer en su cabeza, como si pidieran su regreso de manera silenciosa. Ella sabe que debe volver para reclamar lo que es suyo, lo que por legítimo derecho le corresponde. Pero todavía no es el momento.
Mil veces ha deseado a lo largo de esta travesía por el Gran Desierto volver a su hogar, pero su deber se lo impide. Cada día se levanta en un paraje desolador cuya paleta de colores sólo alberga el negro de las cenizas, la tierra rojiza y la luz amarillenta del sol. No sabe cuando acabará su travesía, ni cuan lejos está del otro extremo de esta tierra yerma y seca, pero sólo puede caminar.
No está sola, pero ni un khalasar de un millon de dothrakis podrían remplazar el vacío que siente por la ausencia de su Kahl Drogo. Los primeros días aun lo sentía tan cerca, que podía notar sus carícias. Pero con el paso de los días su recuerdo se desvanece, y su calor se difumina como su rostro en la memoria.
- Khaleesi, estáis bien?
- Tranquilo Ser Jorah, no me pasa nada.
Tras un gesto de preocupación, el enésimo, él se da media vuelta, y ella lo observa caminar de vuelta a su caballo. Se monta con la facilidad de un caballero, con la naturalidad de llevarlo en la sangre. Ella lo admira por su elegancia. A veces es demasiado paternalista, pero ella sabe que a veces es merecido pues se comporta como una cría. Quizás....
Sacude la cabeza como intentando ayudar a su mente a sacar esos pensamientos. En las últimas semanas le cuesta concentrarse. Nota el reveoloteo de sus dragones dentro de su cabeza, nota el aliento ardiente saliendo de sus bocas. El eterno dilema entre querer y poder, el deber y el honor heredados. El debate interno entre lo que le dijeron que tenía que ser, y lo que ella siente en sus entrañas. La lucha entre la razón y lo más profundo del corazón.
A veces le gustaría no ser así, pero es su naturaleza. Ella es una Targaryen, y aunque a muchos no les guste, heredera legítima del trono. Aunque a veces no sea ortodoxa, ni tenga la clase que se le presupone, ella es fuego, y a veces arde descontrolada. Es por eso que sus enemigos le temen, y hacen bien.
Ya no es una niña. Ya no está asustada. Tiene claro su destino y los pasos que tiene que dar para llegar allí.
Con un suave gesto, todo el grupo se pone en marcha. Todavía queda mucho por andar...
3 de marzo de 2014
Transporte público
Los primeros meses que trabajé aquí en Alemania estuve yendo a la oficina en autobús. Coincidía con los días de menos luz del año, esos en los que entras de noche, y sales de noche. Poco a poco fui familiarizandome con los viajeros que subían en cada parada. Y pensaba. Pensaba durante los trayectos sobre qué hacía en este país, en las diferencias culturales, en la dificultad del idioma, en el estilo de vida tan distinto.
Y recordaba. También me venían a la memoria tiempos pasados que me acompañaban como fantasmas en el asiento de al lado. Pensaba en todo lo que dejaba atrás.
Hoy, leyendo este texto que escribí hace dos años, me doy cuenta de que jamás me arrepentiré de haber salido de aquel bucle; de aquella zona de doloroso confort. De haber dejado el metro y haber salido a la superficie. Igual de oscura, sí, pero con una promesa en el horizonte. Hoy estoy más contento que nunca de ir en bici a trabajar, pero ese tema lo dejamos para el siguiente post.
Estoy cansado. Muy cansado. De negarme cada día a reconocer que la tierra gira más deprisa que mis pasos. De seguir pensando que llego a todo y no llegar a nada. De despertarme cada mañana negándome una realidad y seguir viviendo una mentira que conozco de memoria.De seguir detrás de una zanahoria imaginaria. Del puto día de la marmota.
De perder las noches y malvivir los días. De olvidar llorar de alegría y ya no recordar como hacerlo; de pudrirseme por dentro el alma. De cerrar los ojos y escuchar una risa perdida;y alargar la mano para tocarla. De saber que ahora es otro su dueño, y rezar, rezar de rodillas a un dios en el que no creo, para que la sepa valorar en la justa medida en la que yo no supe hacerlo.
De mirar atrás y ver desaprovechadas tantas oportunidades por cagadas y miedos, por no atreverme a hacer algo que sabía. Y saber que debía hacerlo y no hacerlo. De conformarme con esperar en lugar de ir a buscarlo, de no aferrarme a algo, de colgarme de la nada.
De seguirme diciéndome a mi mismo que dentro de 4 meses las cosas habrán cambiado, de creer que todo cambiará mañana. Ya no me creo, perdí el crédito y el respeto hace ya varias paradas. Yo me bajo de este metro, que sólo conduce a una oscuridad más profunda en este tunel. Mierda de línea, ya ni si quiera recuerdo el número. Se me ha olvidado después de cogerla todas las mañanas. Ojalá pudiera volver a coger la misma que cogía cuando contigo me despertaba. Pero hace tanto tiempo de eso... y ahora no me queda nada. Ni tan si quiera el recuerdo, que se desvanece en mi cerebro, como jirones de niebla al amanecer.
Solo me queda el rostro de mis compañeros de viaje. Rostros distintos cada día, pero siempre los mismos. Y no me vale. Ya no me vale.
Y recordaba. También me venían a la memoria tiempos pasados que me acompañaban como fantasmas en el asiento de al lado. Pensaba en todo lo que dejaba atrás.
Hoy, leyendo este texto que escribí hace dos años, me doy cuenta de que jamás me arrepentiré de haber salido de aquel bucle; de aquella zona de doloroso confort. De haber dejado el metro y haber salido a la superficie. Igual de oscura, sí, pero con una promesa en el horizonte. Hoy estoy más contento que nunca de ir en bici a trabajar, pero ese tema lo dejamos para el siguiente post.
Estoy cansado. Muy cansado. De negarme cada día a reconocer que la tierra gira más deprisa que mis pasos. De seguir pensando que llego a todo y no llegar a nada. De despertarme cada mañana negándome una realidad y seguir viviendo una mentira que conozco de memoria.De seguir detrás de una zanahoria imaginaria. Del puto día de la marmota.
De perder las noches y malvivir los días. De olvidar llorar de alegría y ya no recordar como hacerlo; de pudrirseme por dentro el alma. De cerrar los ojos y escuchar una risa perdida;y alargar la mano para tocarla. De saber que ahora es otro su dueño, y rezar, rezar de rodillas a un dios en el que no creo, para que la sepa valorar en la justa medida en la que yo no supe hacerlo.
De mirar atrás y ver desaprovechadas tantas oportunidades por cagadas y miedos, por no atreverme a hacer algo que sabía. Y saber que debía hacerlo y no hacerlo. De conformarme con esperar en lugar de ir a buscarlo, de no aferrarme a algo, de colgarme de la nada.
De seguirme diciéndome a mi mismo que dentro de 4 meses las cosas habrán cambiado, de creer que todo cambiará mañana. Ya no me creo, perdí el crédito y el respeto hace ya varias paradas. Yo me bajo de este metro, que sólo conduce a una oscuridad más profunda en este tunel. Mierda de línea, ya ni si quiera recuerdo el número. Se me ha olvidado después de cogerla todas las mañanas. Ojalá pudiera volver a coger la misma que cogía cuando contigo me despertaba. Pero hace tanto tiempo de eso... y ahora no me queda nada. Ni tan si quiera el recuerdo, que se desvanece en mi cerebro, como jirones de niebla al amanecer.
Solo me queda el rostro de mis compañeros de viaje. Rostros distintos cada día, pero siempre los mismos. Y no me vale. Ya no me vale.
12 de febrero de 2014
De Series y Paralelos
Acabo de terminar de ver Breaking Bad. Brillante. Espectacular. Muchos la enalzarán como la mejor serie de la década, de la historia, bla, bla, bla.
No voy a entrar en esa polémica porque me parece absurda. Cada obra artística es fruto de la creatividad de sus autores y del contexto que le toca en suerte. Decir que una película antigua es mejor porque no había los medios de hoy en día, es absurdo.
Decir que 12 hombres sin piedad (otro día hablaré de las traducciones, VO y demás) es una gran película porque se hizo con unos medios ridículos es como decir que Natalie Portman "no está mal". Es una obra maestra del cine porque cada palabra del guión destila ingenio, y nos cuenta una historia en una sala con 12 personajes que se desnudan durante el transcurso de la película.
La razón principal por la que Breaking Bad ha triunfado es porque ha sido coherente e íntegra a lo largo de las 5 temporadas. No ha tenido más aspiraciones que las que la propia historia pedía. Esa es la clave, respetar la trama. A diferencia de LOST, que fue una huída constante hacia delante, y que fue víctima de su propio éxito en un intento de hacer más caja, Vince Gilligan ha sabido mantener el tren dentro de las vías.
Podrían haber alargado 3 temporadas más? Por supuesto. La gente se habría tragado lo que le echasen. Habrían hecho más dinero? Seguro. Pero la historia es la que es, y conforme avanza te va pidiendo giros argumentales hasta que llega un momento y no da más de sí. Esa ha sido la verdadera grandeza de la serie (aparte del genio de los actores, guionistas, etc.). Y cierran el círculo de manera alucinante.
La gente tiraría ahora mismo el iPhone 5S que compraron hace 2 meses si sacan el 6. Esa es la sociedad que queremos? Devorar temporadas una tras otra sin sentido, sin pararnos a pensar? Y cuando acaba una serie empezar otra? Enganchados a la droga del misterio y el enigma, del averquepasaenelsiguientequeestoestáinteresantisimoooo. No gracias. Me bajo de ese tren.
Yo sigo prefiriendo una historia cuidada y bien contada. Que se detenga en el prólogo para entender la naturaleza de los personajes al inicio, que me enganchen los acontecimientos de la trama que cambian a los personajes mismos, y que termine con un final digno de recordar en el momento adecuado. Por eso me ha decepcionado How I met your mother. Porque hasta los hijos de Ted están hastalapolla de la historia. Ellos ya conocen a su madre.
Breaking Bad es una historia mil veces contada. El descenso de Dante a los infiernos, la pesadilla de los últimos días Máximo Estrella. Tragicomedia clásica apoyada en un escudero que hace el contrapunto del personaje principal.
Es antigua como el hombre, pero nunca pasa de moda. Porque nunca dejamos de ser hombres. Han pasado miles de años, pero seguirmos teniendo los mismos miedos y aspiraciones, los mismos bajos instintos: ambición, poder, codicia, venganza.
Si otros quieren darle a las metanfetaminas en forma de series a granel, drogarse con consumismo barato y mil otras historias para olvidarse de la realidad, para lelos, allá ellos. Yo prefiero historias que al escuchar me hagan recapacitar sobre mi vida y lo que estoy haciendo con ella.
Un consejo, después de acabar una serie leeros un libro. Siemplemente por variar. Descubriréis que se puede contar tan bien o mejor una historia con tan sólo palabras.
Gracias Walter por contarme tu historia. Thank you, bitch.
No voy a entrar en esa polémica porque me parece absurda. Cada obra artística es fruto de la creatividad de sus autores y del contexto que le toca en suerte. Decir que una película antigua es mejor porque no había los medios de hoy en día, es absurdo.
Decir que 12 hombres sin piedad (otro día hablaré de las traducciones, VO y demás) es una gran película porque se hizo con unos medios ridículos es como decir que Natalie Portman "no está mal". Es una obra maestra del cine porque cada palabra del guión destila ingenio, y nos cuenta una historia en una sala con 12 personajes que se desnudan durante el transcurso de la película.
La razón principal por la que Breaking Bad ha triunfado es porque ha sido coherente e íntegra a lo largo de las 5 temporadas. No ha tenido más aspiraciones que las que la propia historia pedía. Esa es la clave, respetar la trama. A diferencia de LOST, que fue una huída constante hacia delante, y que fue víctima de su propio éxito en un intento de hacer más caja, Vince Gilligan ha sabido mantener el tren dentro de las vías.
Podrían haber alargado 3 temporadas más? Por supuesto. La gente se habría tragado lo que le echasen. Habrían hecho más dinero? Seguro. Pero la historia es la que es, y conforme avanza te va pidiendo giros argumentales hasta que llega un momento y no da más de sí. Esa ha sido la verdadera grandeza de la serie (aparte del genio de los actores, guionistas, etc.). Y cierran el círculo de manera alucinante.
La gente tiraría ahora mismo el iPhone 5S que compraron hace 2 meses si sacan el 6. Esa es la sociedad que queremos? Devorar temporadas una tras otra sin sentido, sin pararnos a pensar? Y cuando acaba una serie empezar otra? Enganchados a la droga del misterio y el enigma, del averquepasaenelsiguientequeestoestáinteresantisimoooo. No gracias. Me bajo de ese tren.
Yo sigo prefiriendo una historia cuidada y bien contada. Que se detenga en el prólogo para entender la naturaleza de los personajes al inicio, que me enganchen los acontecimientos de la trama que cambian a los personajes mismos, y que termine con un final digno de recordar en el momento adecuado. Por eso me ha decepcionado How I met your mother. Porque hasta los hijos de Ted están hastalapolla de la historia. Ellos ya conocen a su madre.
Breaking Bad es una historia mil veces contada. El descenso de Dante a los infiernos, la pesadilla de los últimos días Máximo Estrella. Tragicomedia clásica apoyada en un escudero que hace el contrapunto del personaje principal.
Es antigua como el hombre, pero nunca pasa de moda. Porque nunca dejamos de ser hombres. Han pasado miles de años, pero seguirmos teniendo los mismos miedos y aspiraciones, los mismos bajos instintos: ambición, poder, codicia, venganza.
Si otros quieren darle a las metanfetaminas en forma de series a granel, drogarse con consumismo barato y mil otras historias para olvidarse de la realidad, para lelos, allá ellos. Yo prefiero historias que al escuchar me hagan recapacitar sobre mi vida y lo que estoy haciendo con ella.
Un consejo, después de acabar una serie leeros un libro. Siemplemente por variar. Descubriréis que se puede contar tan bien o mejor una historia con tan sólo palabras.
Gracias Walter por contarme tu historia. Thank you, bitch.
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