10 de febrero de 2018

Esta puede ser la última entrada del blog

A veces, el ser humano es capaz de experimentar una sensación de paz, de quietud, de tranquilidad extrema justo al darse cuenta de que va a dejar de existir. No me refiero al instante en el que te apuntan con una pistola, ahí experimentas canguelo, adrenalina y poco más. Me refiero al hecho de que el ser humano es el único animal consciente de su propia muerte, o eso dicen.

Yo lo asocio a ser un habitante de Hiroshima viendo el pepino caer del cielo, y decir, hastaluegoMariCarmen. Aquí se acaba lo bueno, fue bonito mientras duró. Y mientras el resto del mundo gira alocadamente, corriendo de aquí para allá, gritando como posesos como si eso fuera a hacer que los megatones cambiasen de rumbo.

Últimamente tengo esa sensación cuando leo las noticias. Más que de bomba nuclear, es de máquina del tiempo. De estar entrando en cuéntame, pero en las primeras temporadas. Leo que han condenado a un chaval a pagar 480€ por poner su cara en una foto de una cofradía. "Delito contra los sentimientos religiosos", permitanme que me ría. Y ojo, que no me parece mal que exista ese delito. Que entiendo que si entro en una Iglesia y me cago en un altar y con la mierda escribo "dios ha muerto", pues igual sí que se me ha ido la mano el homenaje a Nietzsche, y me parecería bien que me multasen.

Lo que me hace gracia, es que alguien no pueda escribir un tweet, colgar una foto en FB, o escribir una entrada porque unos pielfina consideran que "les ha ofendido". Porque cada vez irán teniendo la piel más fina y cada vez se podrá decir menos. Hablaríamos de otra cosa si fueran a su cofradía y le peguen una careta al cristo, porque ahí se están metiendo en su terreno. Pero no, este señor simplemente subió una foto a Instagram. Y eso es lo que no puede ser. Si el ofendido va a buscar el problema, el problema lo tiene él. Pero claro, trata de razonar con alguien que rige su vida por una fe irracional...

El problema evidentemente está, oh!sorpresa!, en que el Estado (y digo estado porque el que se desayune a estas alturas que no hay separación de poderes y que vivimos en un estado totalitario...) lo permite. Y no es un caso aislado, lo hemos visto con Wyoming y los caídos, las injurias al rey de Pablo Hasel (¿por qué no hay delito imputable al rey por injurias a la ciudadanía? Ese sí que lo petaría), los tweets de Irene Villa a los que ella mísma no vió problema, la muerte de un hombre de Estado y de altura como Carrero Blanco, y muchos más.

Pensaba desde hace tiempo que vivía en un país de idiotas. Veo que me equivocaba, que el idiota era yo. España no está llena de idiotas, está llena de cobardes, de gente que no ha perdido el norte porque nunca lo ha tenido. Nos hemos dedicado a huir de las llamas. Y los responsables que tenían que hacernos de faro, tenían menos luces que aviones el aeropuerto de Castellón. Así que no cambiamos no por no ver las bondades del presente y del futuro, sino porque nos da miedo dejar de vivir en el pasado.

Hace poco más de 3 años unos señores que también eran de una cofradía, se dieron una vuelta por París a expresar su parecer sobre lo que se podía y lo que no se podía decir. El país entero mostró su repulsa, defendiendo sus valores. Aquí censuramos "el jueves" porque aypofavó, qué faltones.
Decían que la única salida de España era a través de los Pirineos. Va a ser que tenían razón.