20 de julio de 2020

La risa que espanta el miedo

Vaya por delante que la cita no es mía, ojalá. No he encontrado el autor original, y lo más cercano es este extracto de Umberto Eco:

La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios

Saquemos a Dios y a la Iglesia de la ecuación porque ni quiero tocar ese tema hoy ni la boda en la que escuché la frase era religiosa. El caso es que es un hecho que la risa es un poderoso antídoto del miedo. Y me pareció que la frase tenía más sentido que nunca por dos razones.

Primero por la persona a la que hacía referencia, uno de esos seres de luz a los que algún dios sádico ha decido poner a prueba una vez tras otra, sin mucho sentido aparente. Esa gente que va corta de fichas en la partida de poker de la vida y les entra un 2-7. Y en vez de culpar al destino, la excusa de siempre, decide que la vida ya le ha quitado lo suficiente y que hastaaquíhemosllegado. Y juega esa baza lo mejor que se puede, y le saca y bebe todo el jugo a los limones, y disfruta hasta de lo agrio del albedo. Esa decisión de "no vas a dominarme más", tú pones las normas, mas yo juego el partido a mi manera. Seguro que con esa descripción os viene alguien a la cabeza, porque ese aura es fácil de reconocer.

Segundo porque probablemente es la época en la que más miedo he sentido a mi alrededor. Esa paranoia que ha inundado todo como una bruma invisible. Ese miedo a lo desconocido. No había escrito nada del covid porque, a pesar de existir muchísimos aspectos a comentar, no me parecía que mereciera la pena, no sentía que tuviese nada que aportar. Pero en la boda fui consciente por primera vez de cómo nos ha afectado, y probablemente nos vaya a afectar durante muchos meses o incluso años. En el supermercado no era tan raro porque es algo mecánico y poco humano, en gran parte porque soy un gañán y no compro en pequeño comercio, lo admito. En las reuniones familiares tampoco, porque salvado ese primer momento de no poder abrazarte/besarte, la confianza hace que todo se normalice rápido.

Sin embargo, son muchas, muchísimas bodas las que tengo a mis espaldas, y siempre había visto como tras un comienzo más o menos frío, al final de la boda se respiraba un ambiente que desvanecía las partes del novio y la novia, y todo se convertía en una familia más o menos cercana. Un vínculo que evidentemente se construía sobre cimientos etílicos, como tantas otras cosas a las que ayuda el lubricante social más antiguo conocido por la humanidad, pero vínculos entre extraños al fin y al cabo.

Y este fin de semana no vi eso. Vi tribus en forma de aldeas redondas de a 8 sillas, a resguardo tras muros de mascarillas. Vaya por delante que no digo que haya que saltarse a la torera las normativas sanitarias, ni mucho menos. No confundir resilencia con irresponsabilidad.

Sólo reflexiono sobre cómo algo que hemos vivido y que ha cambiado el mundo, aunque acabe siendo un fantasma dentro de uno o dos años, aunque olvidemos rápido tras la vacuna y volvamos a hacernos daño con las mismas piedras, nos ha cambiado de forma inimaginable en cosas que quizás todavía no somos capaces de identificar.

Y en esos momentos díficiles, que aterrorizan, que paralizan, donde todo es cada vez más oscuro... risas que iluminan las sombras haciendo que retrocedan son los faros que aún nos quedan y nos guían a través de la tormenta. Si eres una de esas personas y estás leyendo esto, ojalá que nada apague nunca tu risa.

17 de mayo de 2020

Poetas anónimos

Acabo de mirar y no escribía en el blog hace casi 8 meses, cómo pasa el tiempo. Pero lo cierto es que  no he dejado de lado la escritura, sino que una serie de acontecimientos me ha hecho canalizar mis mierdas de manera distinta.


Si no conocéis el Slam, bienvenidos a mi vida a finales de verano. Tras una desastrosa puesta en escena en un micro abierto, descubrí aterrorizado que por primera vez en mi vida tenía miedo escénico. No hablo de los nervios, esos nunca se van del todo, sino de verme superado por la situación. Quizás para vosotros es algo habitual, pero para mi no había sido nunca un problema. De hecho, contaba entre mis virtudes el hablar en público. Reflexionando a posteriori, me di cuenta que prácticamente nunca había leído mis textos. No tengo problema en compartirlos, este blog es la prueba, pero no acostumbro a recitarlos. Y no me había parado a pensarlo, pero no es lo mismo recitar un texto escrito por otro, que uno propio.

Así que a las pocas semanas me llegó la información de que se iba a hacer otro certamen, pero que no era poesía al uso. Era un concurso de slam. Ein? Tuve que informarme un poco para ver que básicamente es un formato de poesía en 3 minutos. Así que decidí coger el toro por los cuernos y me planté allí, a recitar un texto frankestein tomando fragmentos de un poema que escribí con 16 años. El resultado fue este:


El texto bastante flojito, pero lo peor es que no sé ni cuantas veces me trabé. Por supuesto no pasé de ronda, pero al menos no me vi tan mal como en el micro abierto. También aprendí que en este formato no era tan necesario hacer una rima constante. Es mejor, en mi opinión claro está, un texto más cercano, más llano, pero con ritmo y que suene redondo. Así que en cuanto se anunció la segunda edicion, volvimos a las andadas. Esta vez tuve tiempo y la fortuna de hilbanar un par de textos bastante más decentes.


Como veis, este poema que da título al post estuvo un poquito más a la altura del evento y conseguí pasar de ronda. Sobre todo estoy orgulloso porque me lo conseguí aprender y recitarlo de memoria, y fue la primera vez que volví a disfrutar encima de un escenario.

El segundo texto os sonará, porque es un post que escribí hace tiempo:


Y todo encajó. Porque volvió a haber una comunión entre mi yo payaso, sin miedo a contar encima de unas tablas lo que sea, con el trocito de alma que a veces escapa a mi control y usa la escritura como válvula de escape.

Así que os imaginaréis qué hice cuando se anunció la tercera edición:


Este texto me encanta porque lo disfruté escribiendo, lo disfruté ensayando y lo disfruté recitando. Es de esas contadas veces en las que todo encaja. Y desde entonces con cada texto que escribo trato de que me genere esa sensación. 

Y cierro con el que ha sido (de momento) el último que he recitado en público. Éste me gusta por la idea que transmite, que es la de este otro post del blog, y por el girito añadido. Aunque lo terminé de pulir el día anterior y no lo recité tan bien como me hubiese gustado:


Creo que ya os hacéis una idea de lo que es el slam, que me ha tenido bastante entretenido estos meses la verdad. Si os mola podéis echar un vistazo al canal de youtube en el que están todos los participantes de los eventos de Pamplona, pero también hay colgados otros eventos a nivel nacional.

Y suficiente audiovisual y autobombo por hoy. Espero que no tarde otros 8 meses en escribir el siguiente post, pero ya sabéis que voy a mi ritmo. Un saludo y un consejo: decidlo por escrito, por teléfono, en persona... pero decid siempre lo que sintáis que tenéis que decir. Que no os queme dentro.