5 de junio de 2013

De noches en blanco

Los franceses llaman nuit blanche a pasar la noche despierto. Ahora se utiliza para el concepto fiestero, pero imagino que el sentido original era pasar la noche en vela.

Para mí es lo que me pasa estos días. Me siento enfrente del ordenador y no se me ocurre nada que escribir (o al menos nada apropiado para el horario infantil). O me quedo tumbado en la cama mirando al techo, los ojos alechuzados. No son pensamientos tormentosos, ni el dolor emocional martilleando ecos de una vida pasada. Simplemente es la nada, la espera.

Es curiosa la vida; cómo a veces te oprime desde dentro, impeliendote a sacar fuera cosas que deseas dejar como están, a buen resguardo. Y justo después te sientes vacío. Como si descorchases una botella de champán.

Dicen que la vida es un tren, y que hay que cogerlo. Nunca me ha gustado esa metáfora. Un tren es lógico, constante, premeditado, con una trayectoria definida. Sin sorpresas. La vida es caos: un delicioso tormento de sucesiones inconexas. Es más como surfear.

Cuando la ola viene con fuerza, con empuje, hay que saber dominarla y mantener el equilibrio mientras nos desplaza. Pero una vez que ha pasado, es momento de remar tumbado sobre la tabla, disfrutando el sabor reciente de la adrenalina y del trabajo bien hecho, pero con la vista puesta en la siguiente ola.

Imagino que la clave está en eso. En ser capaz de remar y disfrutar a la vez. De sacarle el máximo provecho a los momentos intensos, pero también a los remansos de paz.

No sé, quizás sean reflexiones vacías, banales. Pero qué esperabais, si hoy es noche blanca...

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