29 de mayo de 2013

De sujetadores y otros instrumentos de opresión

Comentaba el otro día con los compañeros una teoría bastante conocida sobre el juego de la seducción. Partiendo del axioma de que es la mujer la que controla el juego (discrepad si queréis, pero también había quien decía que la tierra era plana...), dice algo así como:

"Si cuando te acuestas con una tía lleva la ropa interior conjuntada, entonces te ha ligado ella a ti"

Se aplica a relaciones heterosexuales, pero imagino que sería extrapolable a las demás en mayor o menor medida. Alla cada uno con sus cadaunadas.

Lo interesante de la cuestión es que da a la mujer el verdadero papel que desempeña en esa obra teatral que es el cortejo: la puesta en escena, el vestuario (colonias incluidas), el guión establecido y el toma y daca de las improvisaciones. O más bien debería decir devuelve.

Hay quien lo llama guerra de sexos. Para mi es un baile, una partida de ajedrez. Lo importante no es ganar. Nadie quiere ganar a un rival fácil. El que le mole ese rollo que vaya al #castingdegandiashore7. Lo que se busca es un rival que te haga sudar, que te haga dar lo mejor de ti. Y así, aunque pierdas hoy la partida, seguro que te dan una oportunidad de jugar la revancha. Y si no siempre te quedará aprender de tus errores.

Dicen que bailar es la manifestación vertical de un deseo horizontal. Pero el deseo empieza con la primera mirada, con la primera mordida de labio y, sobre todo, con las primeras palabras. Con ese intercambio de golpes verbales con el rival. Por eso a mi me gustan desconjuntadas. Porque la lucha está equilibrada, porque es más interesante. Porque en un tugurio oscuro los gatos son pardos y la inteligencia se diluye entre el estruendo. Porque hay que buscarla y, como decían en Martin Hache, hay que follarse a las mentes:


1 comentario:

  1. Gran pensamiento!!!, pararte a reflexionar sobre este tema y encima aprender alemán!, eres un hacha!!......respek!!

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