25 de mayo de 2013

Una lluvia violenta y salvaje.

Me gustan las tormentas. Esas tormentacas en las que el repiqueteo de las gotas en la ventana forma una especie de melodía, los relámpagos deslumbran y anuncian el sonido ensordecedor del trueno que les corteja. Esas que te vienen a la cabeza cuando escuchas la canción de Revolver


No hace muchos años alcancé la consciencia de que en esta vida no iba a poder hacer todo lo que se puede hacer, ni tan siquiera todo lo que quería hacer. Evidentemente desde siempre había sabido de alguna forma que no somos inmortales. Pero de ahí a ser consciente del hecho hay un trecho. Igual os parece una chorrada, pero a mi me marcó.

Y desde entonces veo la vida como un relámpago. Nacemos en el cielo (sin connotaciones religiosas, por favor) y desde el momento exacto en el que salimos de la nube tenemos un abanico infinito de ramas, de posibilidades, de puntos por los que pasar. Pero conforme vamos avanzando hacia abajo, el rumbo que hemos ido tomando hasta el momento condiciona nuestras posibilidades futuras. Escoger un camino significa seguir una senda, pero también dejar de seguir otras.

Igual para explicar esto es mejor emplear un quincunce o Tabla de Galton, pero admitidme que el relámpago era mucho más metafórico. Pongamos un ejemplo un poco más práctico. El valor más a la derecha es ser deportista de élite y el de la izquierda el mejor pianista del mundo. Para llegar a estos puntos, en cada decisión tendremos que tomar siempre el mismo camino (siempre derecha o siempre izquierda). Lo que significa hacer muchos, pero que muchos sacrificios.

Afortunadamente la vida no es tan perfectamente lineal, ni los puntos a los que queremos llegar son siempre los extremos, por lo que siempre hay margen de error. Y a veces la presencia de un relámpago cercano influye en el curso que sigue otro, lamour-ohlálá-lamour y esas cosas. Simplemente hay que disfrutar del trayecto y cuando te encuentras en un cruce, tomar la senda que crees más adecuada.

Pero tampoco nos tomemos la vida muy a pecho: vamos a acabar estrellándonos en el suelo hagamos lo que hagamos...

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